Monitorización
Se debe monitorizar regularmente los siguientes aspectos en los pacientes hospitalizados para facilitar el reconocimiento temprano del deterioro y monitorizar las complicaciones:[2][861]
Constantes vitales (temperatura, frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca, presión arterial, saturación de oxígeno)
Parámetros hematológicos y bioquímicos
Parámetros de coagulación (dímero D, fibrinógeno, recuento de plaquetas, tiempo de protrombina)
electrocardiograma (ECG)
Estudios por imágenes de tórax
Signos y síntomas de tromboembolismo venoso o arterial.
Escalas de alerta temprana médicas
Se deben utilizar escalas de alerta temprana médicas que faciliten el reconocimiento temprano y la escalada terapéutica de los pacientes en deterioro (p. ej., la puntuación nacional de alerta temprana 2 [NEWS2], las escalas de alerta temprana pediátrica [PEWS]) cuando sea posible.[2]
No hay datos sobre el valor de usar estas puntuaciones en pacientes con COVID-19 en el contexto de atención primaria.[898]
Mujeres embarazadas.
Controlar los signos vitales tres o cuatro veces al día y la frecuencia cardíaca fetal en las mujeres embarazadas con infección confirmada que son sintomáticas e ingresadas en el hospital. Realizar ecografías de crecimiento fetal y evaluaciones Doppler para vigilar la posible restricción del crecimiento intrauterino en mujeres embarazadas con infección confirmada que son asintomáticas.[632] Se debe realizar una ecografía del crecimiento fetal 14 días después de la resolución de los síntomas.[634]
Seguimiento posterior al alta hospitalaria
Los pacientes que reciben el alta hospitalaria pueden tener necesidades de salud inmediatas y a más largo plazo, incluidas las físicas (p. ej., rehabilitación pulmonar y cardíaca, heridas de traqueostomía, úlceras por presión, disfagia, tos crónica, fatiga, neuropatía, debilidad muscular, riesgo a largo plazo de trastornos respiratorios crónicos), psicológicas y neuropsicológicas (p. ej., delirio, deterioro cognitivo, trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión), y sociales (p. ej., deterioro de las actividades de la vida diaria).[899]
Se han publicado guías de práctica clínica para el seguimiento respiratorio de los pacientes con neumonía COVID-19. Los algoritmos de seguimiento dependen de la gravedad de la neumonía y pueden incluir la consulta clínica y la revisión (cara a cara o por teléfono) por un médico o una enfermera, imágenes del tórax, pruebas de la función pulmonar, ecocardiograma, muestreo de esputo, prueba de caminata y evaluación de la saturación de oxígeno.[900]
Puntuaciones de pronóstico en el desarrollo
Se están investigando o desarrollando varias puntuaciones de pronóstico y riesgo clínico para COVID-19; sin embargo, se necesita una mayor validación externa en varios grupos de población antes de poder recomendar su uso.
A-DROP: una versión modificada de CURB-65 que mostró una mejor precisión en la predicción de la muerte en hospital cuando los pacientes ingresan con neumonía COVID-19, en comparación con otras puntuaciones de neumonía adquirida en la comunidad ampliamente utilizadas.[901]
APACHE II: una herramienta clínica eficaz para predecir la mortalidad hospitalaria que funcionó mejor que las puntuaciones de SOFA y CURB-65 en pacientes con COVID-19. Una puntuación de 17 o más es un indicador temprano de muerte y puede ayudar a orientar la toma de decisiones clínicas ulteriores.[902]
CALL: un sistema de puntuación de factores de riesgo que califica a los pacientes en base a cuatro factores: comorbilidades, edad, recuento de linfocitos y nivel de deshidrogenasa láctica. Un estudio encontró que el 96% de los pacientes con puntuaciones bajas de CALL no avanzaron a una enfermedad grave.[903]
COVID-GRAM: una calculadora basada en la web que estima la probabilidad de que un paciente desarrolle la enfermedad crítica y se basa en las siguientes 10 variables en el momento del ingreso: anomalía radiográfica de tórax, edad, hemoptisis, disnea, inconsciencia, número de comorbilidades, historial de cáncer, proporción de neutrófilos en relación con los linfocitos, deshidrogenasa láctica y bilirrubina directa. Se requieren estudios de validación adicionales, especialmente fuera de China.[904]
COVID-19MRS: se encontró que es una herramienta clínica rápida e independiente del operador que predice objetivamente la mortalidad en un estudio de cohorte retrospectivo.[905]
3F: un modelo de predicción de la mortalidad basado en tres características clínicas: edad, saturación mínima de oxígeno y tipo de visita con el paciente (es decir, pacientes hospitalizados frente a pacientes ambulatorios y visitas de telesalud). En un estudio se observó que el modelo mostraba una alta precisión cuando se aplicaba a conjuntos de datos retrospectivos y prospectivos de pacientes de COVID-19.[906]
4C: una puntuación desarrollada y validada en un estudio de cohorte prospectivo del Reino Unido de adultos ingresados en el hospital con COVID-19. La puntuación utiliza los datos demográficos de los pacientes, las observaciones clínicas y los parámetros sanguíneos habitualmente disponibles en el momento del ingreso hospitalario y puede caracterizar con precisión a los pacientes con un riesgo de muerte bajo, intermedio, alto o muy alto. La puntuación superó a otras herramientas de estratificación de riesgos, mostró la utilidad de la toma de decisiones clínicas y presentó un rendimiento similar al de modelos más complejos.[907]
QCOVID: un novedoso algoritmo de predicción de riesgo clínico para estimar el riesgo de ingreso hospitalario y la mortalidad basado en la edad, el origen étnico, la privación, el índice de masa corporal y una serie de comorbilidades. En un estudio de cohortes basado en la población se comprobó que el algoritmo funcionaba bien, mostrando niveles muy altos de discriminación por muertes e ingresos hospitalarios.[908]
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