Rosácea

La rosácea, un trastorno crónico común de la piel, suele ser un diagnóstico clínico; evitar los desencadenantes es fundamental para su tratamiento.

Las manifestaciones más frecuentes son rubefacción, telangiectasias prominentes dilatadas (principalmente en la cara), eritema facial persistente, pápulas inflamatorias y pústulas faciales periorificiales.

La prominencia de glándulas sebáceas en la nariz puede producir fibrosis y rinofima.

Por lo general, la enfermedad leve se trata inicialmente con metronidazol tópico o tetraciclinas orales. Se pueden utilizar otros antibióticos y agentes antinflamatorios como complemento.

La rosácea es una enfermedad crónica frecuente de la piel caracterizada por enrojecimiento, rubefacción y otros hallazgos cutáneos que a menudo incluyen telangiectasias, piel áspera, rinofima e inflamación general que puede asemejarse al acné. Afecta principalmente las convexidades de la parte central de la cara, incluidas las mejillas, el mentón, la nariz y la zona media de la frente, pero puede extenderse hacia otras partes del cuerpo (generalmente el tronco superior).[1]Gallo RL, Granstein RD, Kang S, et al. Standard classification and pathophysiology of rosacea: the 2017 update by the National Rosacea Society Expert Committee. J Am Acad Dermatol. 2018 Jan;78(1):148-55. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29089180?tool=bestpractice.com Los pacientes también pueden presentar ojos irritados o llorosos. La rosácea se caracteriza por episodios de remisión y recurrencia.