Abordaje

Es importante destacar que una proporción significativa de personas es asintomática, y el diagnóstico se basa en la evidencia patológica del daño renal, como hematuria o proteinuria, o mediante pruebas de laboratorio que muestran una reducción en la tasa de filtración glomerular (TFG) con un aumento de la creatinina sérica.

Antecedentes

Los signos y síntomas suelen ser vagos, incluyendo la fatiga (que puede estar relacionada con la uremia o la anemia asociada con la enfermedad renal crónica), las náuseas y posiblemente el desarrollo de edema. La enfermedad urémica se debe, en gran medida, a la acumulación de productos de desecho orgánico que por lo general, son eliminados por los riñones y los síntomas pueden estar presentes en cierto grado en las primeras etapas de la insuficiencia renal.[43] A medida que la insuficiencia renal progresa hacia las etapas más avanzadas de la uremia, los pacientes suelen describir anorexia, náuseas, vómitos, piernas inquietas, prurito y, en suma, malestar general.[44] Si los pacientes empiezan a mostrar una deficiente producción de orina, entonces la sobrecarga de líquido resultante puede estar presente con disnea y ortopnea debido a un edema pulmonar. La cognición puede verse afectada en todas las etapas de la enfermedad renal crónica (ERC).[3] En las etapas más avanzadas de la uremia, los pacientes pueden presentar convulsiones o coma.[45]

Exploración física

Los signos como consecuencia de la enfermedad renal crónica son la hipertensión, el edema periférico (debido a la retención de sodio y exacerbado por la hipoalbuminemia) y la palidez debido a la anemia.[3] Los hallazgos de las exploraciones físicas también se dirigen al hallazgo de daños en los órganos finales asociados con estados de enfermedad desencadentantes, como la diabetes o la hipertensión, que causan la enfermedad renal crónica. Un examen del fondo del ojo es esencial para el diagnóstico de la retinopatía diabética o hipertensiva, como evidencia de daño microvascular que probablemente se haya producido en el riñón, lo que da lugar a la ERC. En los hombres, una exploración rectal para la detección del agrandamiento prostático o el diagnóstico de nódulos en la próstata puede resultar útil para determinar un diagnóstico de uropatía obstructiva. En los síndromes nefrótico y nefrítico glomerulares, los signos y síntomas de la ERC pueden presentarse, de forma más aguda, junto a hipertensión maligna, edema periorbital y periférico, erupciones o artritis en la exploración física musculoesquelética para pacientes con enfermedades autoinmunitarias.[46] Los pacientes pueden describir la orina como espumosa ante la presencia de una cantidad significativa de proteinuria, o de color té o cola en el contexto de hematuria.

Pruebas iniciales

La mayoría de las personas no son conscientes de que tienen enfermedad renal crónica (ERC) y se les informa una vez que se detectan alteraciones mediante análisis de sangre y/u orina.[3] Las primeras pruebas diagnósticas que se solicitan son la creatinina sérica (como parte de la química renal), la TFG estimada (teniendo en cuenta la cistatina-C sérica en personas con masa muscular extrema) y el análisis de orina para evaluar la hematuria y la proteinuria.[1][3] Para el diagnóstico de la enfermedad renal crónica (ERC), se suele preferir la evaluación de la albúmina urinaria a la de la proteína total de la orina con el cálculo de la tasa de excreción de albúmina (TEA) o de la relación albúmina/creatinina (RAC).[1][47] Sin embargo, el nivel nefrótico de proteinuria se define convencionalmente como >3.5 g de proteinuria por 24 horas.[2]

La proteinuria es una variable de diagnóstico y pronóstico en la evaluación de pacientes con ERC.[3][48]

La ecografía renal es necesaria para evaluar el tamaño del riñón, lesiones tipo masas, obstrucción del tracto urinario y, mediante una exploración dúplex, el flujo arterial renal.[3][49]

Pruebas diagnósticas adicionales

Las biopsias de riñón se realizan en una minoría de pacientes con enfermedad renal crónica.[1] Se indica una biopsia renal para determinar un diagnóstico patológico si se sospecha un síndrome nefrótico o nefrítico glomerular, o en personas diabéticas con presentaciones atípicas, como la insuficiencia renal rápidamente progresiva. La presencia de proteinuria puede sugerir el síndrome nefrótico y los síntomas de presentación graves (hipertensión maligna, edema periorbital y periférico) o síntomas de enfermedades autoinmunitarias subyacentes (erupciones o artritis) pueden sugerir síndromes nefrítico y nefrótico. Ciertas infecciones, como hepatitis B y C, sífilis y faringitis estreptocócica, están relacionadas con trastornos glomerulares. La biopsia renal es fundamental en estos casos para determinar el diagnóstico correcto.[2]

Los estudios por imágenes de las vías genitourinarias pueden ser útiles en la evaluación de un paciente con ERC. La radiografía simple de abdomen es una prueba no específica que puede ayudar en la detección de cálculos renales que contienen calcio. Otras pruebas radiológicas, como la tomografía computarizada (TC) del abdomen, se reservan para la evaluación de cálculos y una caracterización posterior de lesiones renales tipo masa o lesiones quísticas. La resonancia magnética (IRM) se reserva para las lesiones renales sólidas, como el carcinoma de células renales.


Demostración animada de venopunción y flebotomía
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